Cuenta la leyenda que en interior de los jardines de Jabalcuz hay un viejo árbol lleno de melancolía en un jardín abandonado a su suerte, donde las hojas secas e inertes hacían que todos los árboles murieran inmersos en una profunda aflicción.
Recordaban aquellos años en que niños, como el pequeño Paco, el hijo del jardinero y sus amigos, trepaban como ardillas por las ramas de los árboles utilizándolos como castillos o fortalezas para sus guerras de piñas, nueces y castañas. Recordando como daban sombra y cobijo a las familias que iban a disfrutar de la comida tradicional de María, en aquel paraje singular.
Añorando un tiempo en el que veían como brotaban las aguas medicinales del balneario que regaban sus frías raíces, dándoles salud y esplendor, belleza y fuerza. Favoreciendo un jardín esplendoroso de estilo francés, lo que sería en aquellos años "El Retiro" de los giennenses.
Donde se enamoraron pastiras y chirris, donde se besaron miles de enamorados, entre los aromas de las rosas, de los eucaliptos y de otras plantas aromáticas, que refrescaban e impregnaban con sus olores la dulzura de las parejas, llenas de pasión.
"Pasión que hoy está marchita, como el latido de su corazón, por eso se apoya el árbol, triste, en un pasamanos, buscando caricias de amor."
Leyenda dedicada a las personas que dieron vida y esplendor antaño a los Jardines de Jabalcuz.
Texto: Pewete Bravo.
Ilustración: Mone@ndo Jaén.
