La leyenda del Padre Canillas.
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Cuenta la leyenda que en una noche oscura y gélida, de esas que corren en Jaén en pleno invierno, donde el aire seco y rajado corta los labios y hiela el cuerpo hasta la congelación, una pareja de novios aprovechan la privacidad del portal de una vieja casa del barrio de San Juan para demostrase apasionadamente su amor antes de despedirse uno del otro, acabado el intercambio de besos y caricias, el novio salió del edificio dejando caer la cálida mano de su novia en el mismo dintel de la puerta, donde los cuerpos se separaron. El chico era alto y con pelo brilloso de color azabache, tal como la luz de la luna que lo alumbraba tímida esa noche de invierno. Al llegar a la plaza de Santiago una figura seca y pálida apareció por el callejón del mismo nombre, ataviado con una sotana negra con gran botonadura morada y un sombrero redondo y con ala ancha, abordando al joven le pregunto que si era católico y si conocía la celebración de la misa ,este le dijo que sí, a lo que el cura le explicó que su monaguillo se había puesto malo y necesitaba un ayudante para celebrar la misa en la capilla de la iglesia de San Lorenzo. El joven accedió, cogió al clérigo por el brazo y emprendieron un lento caminar hacia la parroquia, al llegar a esta, el clérigo sacó un gran manojo de llaves y la introdujo en la puerta con forma gótica, en el interior un pequeño Cristo de tez oscura se encontraba dentro de una preciosa capilla de estilo mudéjar. Subieron por la escalera estrecha de caracol hacia la segunda planta donde estaba la sacristía, ahí el clérigo se sentó en una silla y le pidió a este que le ayudara a descalzar sus pies para ponerse unas babuchas con las que impartiría la misa junto a una sotana repujada de bordados que guardaban en un armario de madera. Al coger el mozo la pierna del clérigo para descalzarlo, observó aterrizado que las piernas del clérigo no tenían carne alguna y solamente tenía las canillas desnudas, cuando le quitó el zapato los mismo pasó con el pie que no tenía carne alguna solo quedando al aire un pie formado solo por huesos que se deshicieron en su mano, soltando de golpe los huesos y el zapato, echó a correr cayendo rodando por la escalera de caracol hasta la capilla inferior y levantándose salió del templo corriendo como si al demonio hubiera visto, subiendo la gran cuesta que une la capilla con la iglesia de la Merced, allí metió la cabeza en la fuente que hay en la misma y atemorizado se puso a relatar lo que había vivido a un clérigo que pasaba por allí y cuando llegó el momento de contar lo de las canillas a este, el clérigo levantó su sotana y le dijo al mozo ¡cómo estás! ,enseñándole de nuevo la tibia y el peroné de sus piernas, lo que hicieron que el joven saliera corriendo y dando bandazos por la calle de Joaquín Acosta traumatizado y atemorizado por lo vivido.
Texto: Pewete BravoIlustración Y Fotografías: Mone@ndo Jaén.
Fotografías:Verónica Cano.