La leyenda del Lagarto de la Magdalena

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Cuenta la leyenda que en el barrio más antiguo de Jaén, donde la ciudad un día emergió a los pies de un manantial romano y que después otras generaciones utilizaron para abastecerse de sus ricas y cristalinas aguas, vivía un ser maleficio de verde piel y escamas duras con forma semejante a un dragón o serpiente con pequeños brazos y alas brillantes con tonos verdosos y dorados en su lomo.
El raudal de la Malena en el que vivía, era un sitio tranquilo hasta la llegada de su fiero inquilino, posiblemente este ser maleficio en su día sería un pequeño reptil venido de las Américas como regalo a algún hijo de algún marinero que surcara por las Américas y que a su vuelta a España lo trajera como regalo a algún zagal o pariente del barrio de la Magdalena. Posiblemente el zagal asustado por el tamaño que en el tiempo fue cogiendo las serpe lo dejaría suelto o lo echaría dentro del manantial del que se abastecía la ciudad, aprovechando éste los pasadizos que hay en él para hacer su morada. 
El lagarto o serpe seguía creciendo y con el tiempo empezó a alimentarse de bichos y animales cada vez más grandes, hasta que un día, al llegar la noche, una moza se acercó al raudal con su cántaro para coger agua, dejo el cántaro en el filo de la balsa donde sumergido le esperaba con ojos brillantes el Lagarto o serpiente, abalanzándose sobre ella quitándole la vida en ese momento y tragándosela de un bocado mientras que ésta aún pataleaba en el estanque del manantial.
 El pueblo estaba atemorizado y dejó de ir al manantial por temor de ser atacados por la Serpe, las autoridades de la ciudad, hicieron un bando anunciando que al que matara al dragón o serpiente, le sería dado una gran dote de monedas e incluso la libertad si fuera necesario ya que entre el pueblo habitaban la ciudad muchos esclavos de señores y clérigos. Nadie se ofreció a la proposición de matar al animal, solo un preso que estaba en la cárcel fue el valiente que ofreció su vida para matar a la bestia. Para ello pidió un caballo, un saco lleno de panes recién hechos, yesca y algo de pólvora.
 Al día siguiente al llegar el alba ordenó dejar el cordero con la yesca dentro y la mezcla de pólvora y otras sustancias en el interior de ésta con una mecha de unos 5 metros en la plaza de San Ildefonso. Montado a lomos de un caballo entró por el franco derecho del raudal, por la Antigua puerta de la muralla e increpando a la bestia, emprendió la marcha hacia la catedral por la calle de los baños, el animal corría fieramente con el objetivo de alcanzar al caballo mientras el preso le tiraba panes caliente que comía y que le enfadaban aún más porque algunos le golpeaban sus cabeza en la caída al suelo. Llegaron a la catedral y allí bajaron a los pies del raudal de Santa María hasta la plaza de San Ildefonso, donde le esperaba el cordero ensangrentado y lleno de yesca y pólvora con una gran mecha. El prisionero prendió la mecha que tenía el cordero dentro y ésta prendió la yesca y la pólvora, ésto dio lugar a un gran estruendo, que se oyó en toda la ciudad e hizo reventar al Lagarto que se abrió en canal como cuando uno deja caer una sandía desdé gran altura, dejando esparcido sus restos por toda la plaza. 
Desde ese día la paz volvió al raudal y la ciudad recordó al preso y al lagarto por los confines de los tiempos. Y quedando en la ciudad la expresión: revientes como el lagarto de la Magdalena, tanto para los hambrunos, como para las gentes malas.


Texto: Pewete Bravo
Fotos de la Mona del Lagarto: Ramón Figueroa escultor y creador de la misma. 

Fotografías:Verónica Cano.

MONE@NDO JAÉN /UN PROYECTO DISEÑO Y CREACIÓN POR:PEWETE BRAVO
COLABORACIONES:
 
OBRA ARTISTICA RAMON FIGUEROA.
 OBRA FOTOGRAFICA :VERÓNICA CANO
 MAPS Y AUDIO-TEXTOS NOELIA SIENTE XAUEN.
 
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