La leyenda de La Espada y La Cruz del cerro de Santa Catalina.

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Cuenta la leyenda que cuando las tropas de Fernando III el Santo entraron en la ciudad en el año de 1245, asediando a la población árabe con la intención de vencer a su ejército y llegando a la fortaleza que había en lo alto del cerro, (hoy conocido con el nombre de Santa Catalina) obtuvo la conquista de la ciudad en el año 1246 .
Conquistada la fortaleza, el capitán de sus tropas al pasear por el vértice del cerro, desenvainó su espada y la clavó en el vértice de este, como signo de posesión y cristiandad, ya que al hundir la punta de su espada en la tierra, su larga hoja plateada y la empuñadura con forma de Cruz, sirvió como símbolo cristiano.
 Cuando el Rey llegó al vértice del cerro y vio la espada clavada en el suelo, pareciendo ésta una Cruz, se arrodilló ante ella y dio gracias a Dios por la conquista de la ciudad, proclamándola capital del Santo Reino y perdonando a sus enemigos, dándoles la opción a que se convirtieran al cristianismo o se marcharan de la ciudad, conviviendo los conversos bajo su reinado y protección. 
El Rey ordenó poner una gran Cruz de madera en el mismo sitio donde su capitán hincó su espada, para que desde la ciudad todo sus súbditos y viajeros pudieran ver que la ciudad había sido conquistada y convertida al cristianismo. Una vez asentado el Rey en la ciudad, mandó fundar un convento de franciscanas Clarisas, para que se ocuparan de evangelizar al pueblo y encargándoles el cuidado de la Cruz, para que estuviera siempre visible en el vértice del cerro.
 Debido a las grandes rachas de viento y agua que azotan a la ciudad en el invierno, la Cruz fue derribada por los elementos naturales en muchas ocasiones, aunque se pusieran otras cruces construidas de otros materiales como el hierro, madera e incluso de piedras, siempre acabando éstas rotas, por lo que las monjas debido a su edad y condición física, tuvieron que dejar de subir al cerro no pudiendo hacerse cargo del mandato que le hizo en su día el rey Fernando III.
Llegando a los oídos de Don Juan José Balguerías la imposibilidad de mantener lo ordenado por Fernando lll a la orden Clarisa, se ofreció para costear una nueva Cruz, lo que fue aceptado por la diócesis, cediendo el relevo que tenían las Clarisas de la guarda y custodia de dicha Cruz a él mismo y a su familia desde ese día. Pero el fuerte viento que corría por el cerro seguía venciendo una y otra vez  las cruces que la familia Balguerías ponían con empeño y cariño.
 En el año 1951, la familia Balguerías manda levantar un monumento a la Cruz de grandes dimensiones, realizado con forjado y hormigón pintado de color blanco, donde al pie de ésta se puede leer la inscripción: "Esta cruz siguiendo piadosamente la tradición, ha sido costeada y donada por Doña Dolores y Don Eduardo Balguerías Quesada. 
Jaén Octubre de 1951".
A los pies de la misma, por debajo, esculpido en una roca del cerro de Santa Catalina se puede leer el soneto a La Cruz de Don Antonio Almendros Aguilar, gran político y poeta de su tiempo.


* Puede ver la Cruz desde el lado opuesto de la plaza Deán Mazas. 


Texto: Pewete Bravo.
Ilustración: Mone@ndo Jaén.

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Fotografías:Verónica Cano.

MONE@NDO JAÉN /UN PROYECTO DISEÑO Y CREACIÓN POR:PEWETE BRAVO
COLABORACIONES:
 
OBRA ARTISTICA RAMON FIGUEROA.
 OBRA FOTOGRAFICA :VERÓNICA CANO
 MAPS Y AUDIO-TEXTOS NOELIA SIENTE XAUEN.
 
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