La leyenda de La cueva Secreta de La Judería

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Cuenta la leyenda que en lo que hoy es la plaza de los Huérfanos, donde empieza el barrio de la Judería de Jaén, junto a los restos de la antigua puerta de la muralla que hoy están bajo el puente que hay en la misma plaza junto a la menorá de siete brazos, había una vieja casa con símbolos judíos en sus fachada, donde vivían una madre y su hija. 
Una tarde ya al caer la noche, unos vaqueros se adentraron por la puerta de la muralla con su rebaño y llamaron a la casa para pedir asilo, ya que la noche se presentaba fría y oscura. La mujer tras la gran bolsa de monedas que los vaqueros dejaron caer sobre su mano, accedió a que durmieran en las bodegas de la casa. Les dió mantas, un candil de aceite y algo de comer de la lacena para pasar la fría noche. 
La noche paso y sobre las 4:00 de la mañana la joven se despertó al oír unas palabras en un lenguaje raro, que no era el que ellas hablaban. Bajando a la bodega vió como el grupo de vaqueros estaba sentado en círculo y una vela de gran tamaño con cera de color tiniebla lucía con gran fuerza iluminado las caras de los miembros del círculo. Repetían a una voz una frase mientras que miraban atentamente como bailaba la luz de la vela, de pronto una de las paredes se rasgó y una brecha se abrió en ella dejando una gran oquedad donde se veían tesoros diferentes, vasos, platos de oro y joyas de mil colores con piedras brillantes, los hombres entraron a la cueva y llenaron sus sacos, ella asustada volvió corriendo a sus aposentos por miedo que los vaqueros la descubrieran cogiendo el botín y le quitarán la vida. 
Al día siguiente los vaqueros marcharon como si nada hubiera pasado en la noche tras desayunar algo de queso y uvas que la mujer volvió a sacar de la lacena. Cuando estos habían marchado la hija se puso a relatarle a la madre lo que sus ojos asombrados habían visto la noche pasada y dispusieron a repetir la acción esa misma noche para ver si la brecha volvía a aparecer en el muro de la bodega. La noche llegó lenta y la madre y la hija impacientes bajaron a la fría bodega de olor añejo entre vino y vinagre, encendieron lo poco que quedaba de vela. Se sentaron en círculo y juntaron sus manos, la chica repitió varias veces la frase que la noche de antes había memorizado en voz baja y en silencio como si fuera el mismo nombre del diablo. Un gran ruido se escuchó y el muro se rajó dejando ver lo que había en su interior, la chica se adentró en la cueva que se había abierto en la pared y sorprendida se quedó inmóvil ante tantas joyas, todo brillaba en el interior de la cueva, la luz de la vela hacia brillar los zafiros y los rubíes y se reflejaba en las copas y vasos de oro y plata. La madre la llamaba con fuerza y le rogaba que cogiera lo que pudiera y saliera de la gruta, pero ella seguía inmóvil. De pronto una racha de viento apagó lo poco que quedaba de vela y la raja empezó a cerrarse rápidamente quedando la hija dentro de la cueva y la madre fuera en la bodega, donde chillaba el nombre de la hija. Sin poder verla ya, porque la grieta se había cerrado completamente, quedando el muro como si nada.
 Esa noche fue la última que la madre vió a su hija y el tesoro del moro quedando oculto hasta que alguien pronuncie las palabras mágicas ante la luz de las velas.  


Texto: Pewete Bravo tras narración de Rafael Cámara Expósito 
Ilustración: Mone@ndo Jaén.

Fotografías:Verónica Cano.

MONE@NDO JAÉN /UN PROYECTO DISEÑO Y CREACIÓN POR:PEWETE BRAVO
COLABORACIONES:
 
OBRA ARTISTICA RAMON FIGUEROA.
 OBRA FOTOGRAFICA :VERÓNICA CANO
 MAPS Y AUDIO-TEXTOS NOELIA SIENTE XAUEN.
 
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